Esta semana hemos vivido en el cole una experiencia realmente enriquecedora y motivadora. Hace poco se han instalado en Arenales de San Gregorio dos nuevos vecinos procedentes de Estados Unidos, una pareja ya jubilada con muchas ganas de integrarse y compartir su cultura. Al enterarnos de su llegada, nos pusimos en contacto con ellos con la idea de poder practicar inglés, y les propusimos venir al colegio para contarnos un poco más sobre cómo es la vida en su país. ¡Y aceptaron encantados!
Para preparar su visita, organizamos una serie de actividades con todo el alumnado. El día de su llegada al cole comenzó con una cálida bienvenida: cantamos dos canciones típicas de la región que habíamos ensayado con mucha ilusión. A continuación, el alumnado de sexto les hizo de guía por las distintas dependencias del centro, mostrándoles cada rincón y explicándoles cómo es nuestro día a día.
Los más peques, de primero y segundo, estuvieron trabajando durante los días previos algunos de los monumentos y lugares más famosos de EE.UU, y cuando llegó el gran día, les explicaron lo que habían aprendido. ¡Fue emocionante ver cómo se esforzaban por hablar en inglés!
Por su parte, los grupos de tercero y cuarto elaboraron un original minidiccionario arenalero con expresiones típicas manchegas y su traducción al inglés. Esta actividad fue especialmente divertida, y a nuestra vecina americana, Denise, —que no habla todavía mucho español— le hizo muchísima gracia y le ayudó a aprender algunas palabras básicas de nuestra tierra.
Los alumnos y alumnas de quinto y sexto, además de ejercer de anfitriones, prepararon una mini guía turística con algunos de los lugares más emblemáticos de nuestra región, La Mancha. Un bonito detalle que nuestros invitados agradecieron mucho.
Tras estas actividades, Lewis —que, aunque tiene nacionalidad española, ha pasado nada menos que 38 años en Estados Unidos— nos ofreció una charla muy interesante sobre la historia, el sistema de gobierno y algunos lugares destacados de su país. Para terminar, algunos alumnos y alumnas se animaron a hacerles preguntas sobre todo lo hablado.
Fue, sin duda, una actividad muy significativa y motivadora para todos. Pudimos practicar inglés de forma real y aprender muchísimo sobre otra cultura, pero también les enseñamos con orgullo lo nuestro. Ellos se fueron encantados... ¡y nosotros también!